Abstract:
El Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPG-UCAB) pone en manos de los decisores políticos, las organizaciones y los ciudadanos venezolanos, un programa de gobierno de transición para Venezuela. Este plan no contempla las acciones que deben ejecutarse para procurar el tránsito de un régimen autoritario a uno democrático, ideas que desde la teoría política más sólida producida al respecto se han desarrollado atendiendo a la especificidad de la crisis política venezolana en las dos últimas publicaciones correspondientes a la serie El desafío venezolano. Este programa indica las tareas que deben desarrollarse una vez que el cambio de poder haya ocurrido, tareas sin las cuales no podría hablarse de una transición política stricto sensu.
El propósito que anima el proyecto no es la certeza de que la transición política está a la vuelta de la esquina, ni mucho menos la seguridad de la vía por la que hipotéticamente pueda producirse. Este plan está inspirado en la necesidad que tendrá un futuro gobierno democrático, el primero después de la experiencia autoritaria, de contar con un programa de acción elaborado de forma coherente, articulada y realista, y cuyo propósito fundamental sea atender los aspectos más dramáticos de la crisis socio-política que dejará el régimen saliente y garantizar sus propias condiciones de gobernabilidad. La consigna es contribuir a que el nuevo gobierno esté realmente preparado para gobernar.
Description:
Las dificultades para hablar de transición democrática en Venezuela parten del reconocimiento previo de que el régimen actual no puede ser calificado como democrático, y ni tan siquiera como democracia electoral o deficitaria. El régimen implementado por Chávez calificó, durante buena parte de su mandato, como un régimen híbrido, y más específicamente como un autoritarismo competitivo (Alarcón, 2014). Pero a partir de su muerte y de la cuestionada elección de Maduro el 14 de abril de 2013, se inicia el descalabro de dos de los principales pilares en los que se fundamentaba su competitividad electoral: los abundantes ingresos petroleros que hacían posible sostener una amplia red clientelar y el liderazgo carismático del teniente coronel que se posicionó en el imaginario colectivo a partir del golpe de Estado de 1992.