Posibilidades y utopías de la nación petrolera. Manuel R. Egaña y el programa nacional de Venezuela
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Date
2018-04-02
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Academia Nacional de la Historia
Abstract
El planteamiento de una serie de estrategias de orden organizativo y constructivo representaron el horizonte de los planteamientos inmortalizados por Manuel Rafael Egaña en su escrito Tres décadas de producción petrolera, en ese texto idealiza una serie de obras públicas que con cierta premura debían ser ejecutadas en distintas áreas. El objetivo giraba en torno a la realización de la transformación del medio físico, dotando al país de las herramientas fundamentales para superar las limitaciones que ralentizaban la consecución del tan ansiado progreso. Egaña, quien fuese Ministro de Fomento en tres oportunidades y principal promotor de la consolidación del Banco Central de Venezuela, propone la puesta en marcha de varias medidas destinadas a vitalizar puntos primordiales que buscaban dos resultados fundamentales: el primero, dar una real y óptima utilización a las rentas petroleras y, en segundo lugar, crear las bases fundamentales para estructurar alternativas comerciales que al mismo tiempo acompañaran la actividad petrolera del país.
Description
La impronta del petróleo tuvo una preponderancia fundamental sobre el desarrollo y transformación del Estado. Algunos de los efectos generados se imponen por la misma dinámica de los nuevos tiempos, otros tantos aparecieron por prerrogativas impulsadas por los grupos sociales que demandaban significativas ideas en quienes posaban sus manos sobre el timón de la república.
El petróleo no solo concitó una ingente cantidad monetaria en el erario público, aquel hallazgo que representó el mayor acontecimiento de la historia venezolana del siglo XX, también conformó la excusa para reordenar aunque someramente en sus primeros años, el viejo orden liberal predominante en la economía nacional, dando paso a una fórmula que a nuestro modo de ver fue de un intervencionismo moderado, representado en la promulgación de leyes que, a pesar de sus novísimos argumentos, no eran del todo radicales.
Seguidamente, la influencia extranjera en suelo nacional representó en su momento un conjunto de características, entre ellas, la clara transformación no solo monetaria que tendrá el país sino además estructural. Con la explotación del oro negro surgirán los campos y urbanizaciones para los trabajadores, aunado al inocultable cambio que tendrá el paisaje. La consolidación del gomecismo y el sostenimiento de quienes gobernaron luego del fallecimiento del benemérito, lo hacen entre otras cosas por el escenario favorable que encuentra sus bases esenciales en la industria petrolera, el ejército representó la inversión más efectiva conseguida por el régimen que había emergido políticamente en 1899.
Por su parte, el petróleo como recurso simbolizó el factor que convirtió a Venezuela en un núcleo apetecible para las trasnacionales que arribaran al suelo nacional, apreciándose la carrera por el control del mercado entre la Royal Dutch Shell y la Standard Oil, que terminaría con esta última afianzándose en la economía local. Consideramos que aquella situación incitó con mayor fervor las críticas y planteamientos contrarios al expansionismo del capitalismo por parte de los opositores de tendencia izquierdista.
Bajo ese propósito, donde la estructuración de cambios de forma y de fondo que surgieron con la inevitable desaparición de las últimas figuras del pasado caudillista venezolano, emergieron lo que podemos denominar pensadores petroleros del siglo XX. Académicos, críticos al régimen gobernante y funcionarios del mismo sistema que expresarían sus distintas apreciaciones.
Manuel R. Egaña plantaría observaciones críticas y propuestas de cambio económico y social, que en algunos instantes parecen desentonar con el libreto de quienes detentaron el poder, pero siempre bajo una posición de respeto inigualable. Sus aportes contenidos en la obra Tres décadas de producción petrolera representan una detallada muestra de lo realizado y las medidas que podían ser tomadas en materia petrolera en la Venezuela que transcurría la centuria de las grandes innovaciones.
Observamos a lo largo de sus anotaciones una marcada y constante preocupación por desarrollar los cambios necesarios para conseguir la transformación del medio físico, criterio rector de su estructura política y económica, donde el venezolano debe y puede abrirse paso hacia el progreso, sorteando los obstáculos impuestos por la naturaleza y para ello, el petróleo es vislumbrado como la herramienta, y el vehículo del avance modernizador.
Es parte de aquella política idealizada por Manuel R. Egaña, por ejemplo, la construcción de un canal que conectara el Orinoco y el mar Caribe. Semejante propuesta engloba perfectamente sus dos líneas de acción: cambio del escenario físico y óptima utilización de la renta petrolera.
El plan presentado por Egaña en su obra Tres décadas de producción petrolera nos evidencia la carencia de vías de comunicación que aquejaba a la república. Aunque fueron las carreteras el símbolo de la dictadura gomecista, el diagnóstico desarrollado por Egaña evidencia una falencia inocultable de vías modernas, que pudiesen conectar los diferentes puntos vitales del país. En líneas generales acudimos a un claro llamado de atención que setenta y cinco años después sigue sin ser escuchado.
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